Desde que llegó de Dinamarca, el pequeño Nacho no se despega de su padre, tanto así que hasta lo acompaña a ver los partidos de fútbol. Si bien, no había mostrado un gran interés por ningún equipo en especial, eso cambió el fin de semana, fecha en el que Cerro Porteño se enfrentó a Libertad, y la huella azulgrana familiar hizo efecto.
Nachito se convirtió en uno de los fanáticos más grande del Ciclón de Barrio Obrero y lo demostró cubriéndose con los colores rojo y azul, incluso hasta un día después del encuentro deportivo.
Rubén Rodríguez y Rubén Rodríguez Junior, nunca ocultaron su fanatismo por el equipo de la quinta avenida y ahora, el pequeño Nacho, se hace parte del clan familiar como uno de los más grandes fanáticos del conocido “club del pueblo”.